Hay un signo que no ha sido nombrado, ni aun que los doce signos del sean marcados al mismo tiempo, podría direccionar a ese tan especial, ese tan fabuloso. Ese que se encuentra a la izquierda de tu corazón.
Debería estar aullando y alentando a ese corazón que se pare en alto, quebrantar todas las reglas que a impuesto el ser humano, por agarrar tus manos, que sientan la carne bajo mi piel, el fondo del abismo que se esconde en el. Sumergirte en las profundidades de mi ser, arrancar las mascaras del placer, fundirlas en el fuego de tu mirada, desligarnos del tiempo, de su significado y proveniencia.
El treceavo signo que falta:
La vida, la muerte, el sol y la luna, alfa, beta y gama.
Ni siquiera la constelación de oficuo, que es el signo predestinado como el incomprendido, podrá descifrar todo lo que se esconde más allá de estas vidas, que recorremos cada día
Es una estrella que ilumina y los astrólogos nunca podrán ver de donde proviene.
Por que se encuentra adentro de nosotros, detrás de cada mirada, de cada rose, de cada conexión, de bajo de nuestras lenguas, en el silbato del mar, o simplemente en nuestro simple cuerpo mortal, donde todo concluye en la fuerte cascada, que va directamente al torrente Senguio que guía el palpitar del corazón.
A un poso místico que nos eleva de acá a la eternidad.
Los astrónomos nunca podrán decodificarlo, las matemáticas son un mero tramite, el significado esta en frente de nosotros, solamente falta que nuestra estrella perdida abra los ojos, desenmascarar el universo y toda la constelación que llevamos dentro.
Por que todo mensaje sublime se esconde detrás de un beso.
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